UN VIAJE CON EL DIABLO

Mariana usa el metro todos los días, es su medio de transporte más accesible, reconoce que en el llega rápido a cualquier destino, pero también ha vivido extraños acontecimientos en sus vagones.

Recuerda que cuando tenía unos 15 años, iba jugando con su mejor amiga, ambas jóvenes  e incrédulas de los fenómenos paranormales dijeron que venderían su alma al diablo; se encontraban en un vagón de la Línea 1, rumbo a Observatorio.

Eran aproximadamente las dos de la tarde, de modo que el tren iba casi vacío, no había mucha gente, y fue entonces cuando ocurrió lo inesperado. Al mirar hacia el frente vieron a un hombre que parecía sacado de una película de terror.

“Era un señor de unos 40 años, no muy alto, con un aspecto lúgubre en el rostro, tenía las cejas largas, los pómulos muy marcados, y una sonrisa aterradora; se paró frente a nosotras y nos ofreció lo que tenía en el puño, se veían como monedas. Me acuerdo que estaba todo vestido de blanco, con un traje como de primera comunión, sus pies eran raros porque aunque tenía zapatos se le veían patas como de cabra”.

Mariana recuerda que ella y su amiga no entendían bien lo que pasaba por lo que se rieron mucho y al llegar a la siguiente estación se bajaron corriendo, dice que miraron que el hombre no estuviera cerca de ellas y vieron como se iba en el tren rumbo a otra estación.

Att: Ortiz Peña Andrea 6°C Diseño Gráfico Digital 

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